Barack Obama (Demócrata) vs. John McCain (Republicano)
(principales candidatos para los comicios del 4.11.08)
(principales candidatos para los comicios del 4.11.08)
Mañana, 4 de Noviembre, los ciudadanos de los Estados Unidos de Norteamérica definirán quién ocupará la Presidencia de su País por los cuatro próximos años. Ésta fecha es muy importante y trascendente, no sólo porque en ella se dará a conocer a la persona encargada de conducir la Nación más poderosa de la Tierra, sino también porque es parte una tradición y una forma de vida muchísimo más fuerte que el poderío económico y militar que hoy detenta dicho país: la democracia y el Estado de Derecho.
En efecto, cada cuatro años, todos los Martes despúes del primer Lunes de Noviembre se llevan a cabo las elecciones Presidenciales. Esa particular regla para determinar el día de la votación presidencial obedece a una normativa uniforme fijada 1845 y obedece a una razón práctica: dado que la mayoría de la población norteamericana se dedicaba a la actividad rural, el mes de noviembre era indicado pues para entonces se había terminado de cosechar y aún no comenzaba el severo invierno boreal. Y un martes, pues se pensaba en los largos viajes de los pobladores rurales, y el lunes no se consideraba razonable para no interferir con los servicios religiosos. Que fuera el primer martes después del primer lunes, era para evitar que la votación ocurriese en día de todos los Santos y también porque al ser usual para los comerciantes cierren sus libros contables el primero de cada mes, de éste modo se evitaba que un éxito o fracaso económico del mes anterior infuyese sobre la decisión.
Pero aún antes de dicha fecha uniforme, desde 1792 se había establecido por ley federal que las Elecciones deberían llevarse a cabo cada cuatro años y desde entonces así se ha venido haciendo en años pares (tanto las Presidenciales -cada 4- como las Legislativas de medio-término -cada dos-). La Elección Presidencial de 1792 fue la segunda, luego de la primera ocurrida en 1789 en la cual debutó la Rama Ejecutiva de Gobierno (bajo el anterior régimen de los "Articles of the Confederation" el órgano gobernante era el Congreso de la Confederación)
Desde entonces, sucesivamente se ha venido cumpliendo tal regla y cada traspaso del poder ha sido pacífico y democrático, sin ninguna interrupción. Es en la observancia estricta de ésta regla, que los Estados Unidos demuestran su grandeza de la mejor manera posible. Recordemos que mientras la recientemente independizada Nación estaba dando a luz a la primer democracia moderna, en el Viejo Continente la mayoría de los Estados se encontraban organizados como monarquías absolutas.
Es por ello que la celebración de comicios libres en Estados Unidos es un motivo de alegría para todo el planeta, ya que es testimonio de la posibilidad que un país de gran magnitud puede resolver las cuestiones suscitadas de la lucha por el poder de modo ordenado, racional y pacífico. Y como ha podido sobrevivir a dificultades enormes como una Guerra Civil, 2 Guerras Mundiales y grandes crisis económicas (el crack del 29´)
En nuestro país, si bien no podemos exhibir una continuidad tan prolongada del régimen demócratico -dado que nuestra Historia ha sido lamentablemente empañada por quiebres en el orden constitucional que establecieron regímenes de Facto que olvidaron la sabiduría de nuestra Constitución Nacional- debemos celebrar con júbilo que el pasado 30 de Octubre se han cumplido 25 años de democracia ininterrumpida.
Ello es sin lugar a dudas un hito del cual los ciudadanos debemos alegrarnos, recordandolo y comprometiéndonos por hacer posible que de ahora en adelante la continuidad democrática sea hacia el infinito, sin interrupciones y cada vez más sólida.
Quizás a muchos argentinos no les guste tomar como ejemplo a los Estados Unidos. Pero el modo, la tradición republicana que han conseguido consolidar, permitiendo que sus elecciones sean en paz y en orden, siendo respetuosos de las institucioens y de la investidura de la primera magistratura, son todos elementos que indican que si bien con las particularidades de nuestra propia identidad, mucho podemos aprender de ellos.
En efecto, cada cuatro años, todos los Martes despúes del primer Lunes de Noviembre se llevan a cabo las elecciones Presidenciales. Esa particular regla para determinar el día de la votación presidencial obedece a una normativa uniforme fijada 1845 y obedece a una razón práctica: dado que la mayoría de la población norteamericana se dedicaba a la actividad rural, el mes de noviembre era indicado pues para entonces se había terminado de cosechar y aún no comenzaba el severo invierno boreal. Y un martes, pues se pensaba en los largos viajes de los pobladores rurales, y el lunes no se consideraba razonable para no interferir con los servicios religiosos. Que fuera el primer martes después del primer lunes, era para evitar que la votación ocurriese en día de todos los Santos y también porque al ser usual para los comerciantes cierren sus libros contables el primero de cada mes, de éste modo se evitaba que un éxito o fracaso económico del mes anterior infuyese sobre la decisión.
Pero aún antes de dicha fecha uniforme, desde 1792 se había establecido por ley federal que las Elecciones deberían llevarse a cabo cada cuatro años y desde entonces así se ha venido haciendo en años pares (tanto las Presidenciales -cada 4- como las Legislativas de medio-término -cada dos-). La Elección Presidencial de 1792 fue la segunda, luego de la primera ocurrida en 1789 en la cual debutó la Rama Ejecutiva de Gobierno (bajo el anterior régimen de los "Articles of the Confederation" el órgano gobernante era el Congreso de la Confederación)
Desde entonces, sucesivamente se ha venido cumpliendo tal regla y cada traspaso del poder ha sido pacífico y democrático, sin ninguna interrupción. Es en la observancia estricta de ésta regla, que los Estados Unidos demuestran su grandeza de la mejor manera posible. Recordemos que mientras la recientemente independizada Nación estaba dando a luz a la primer democracia moderna, en el Viejo Continente la mayoría de los Estados se encontraban organizados como monarquías absolutas.
Es por ello que la celebración de comicios libres en Estados Unidos es un motivo de alegría para todo el planeta, ya que es testimonio de la posibilidad que un país de gran magnitud puede resolver las cuestiones suscitadas de la lucha por el poder de modo ordenado, racional y pacífico. Y como ha podido sobrevivir a dificultades enormes como una Guerra Civil, 2 Guerras Mundiales y grandes crisis económicas (el crack del 29´)
En nuestro país, si bien no podemos exhibir una continuidad tan prolongada del régimen demócratico -dado que nuestra Historia ha sido lamentablemente empañada por quiebres en el orden constitucional que establecieron regímenes de Facto que olvidaron la sabiduría de nuestra Constitución Nacional- debemos celebrar con júbilo que el pasado 30 de Octubre se han cumplido 25 años de democracia ininterrumpida.
Ello es sin lugar a dudas un hito del cual los ciudadanos debemos alegrarnos, recordandolo y comprometiéndonos por hacer posible que de ahora en adelante la continuidad democrática sea hacia el infinito, sin interrupciones y cada vez más sólida.
Quizás a muchos argentinos no les guste tomar como ejemplo a los Estados Unidos. Pero el modo, la tradición republicana que han conseguido consolidar, permitiendo que sus elecciones sean en paz y en orden, siendo respetuosos de las institucioens y de la investidura de la primera magistratura, son todos elementos que indican que si bien con las particularidades de nuestra propia identidad, mucho podemos aprender de ellos.
1 comentario:
Estoy totalmente de acuerdo. Muy interesante el artículo...
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