lunes, 4 de agosto de 2014

Hamas: el verdadero elemento genocida del conflicto árabe israelí.

El pueblo judío es uno de los pocos que ha sufrido en carne propia – y varias veces a lo largo de su historia- la peculiar situación de estar apuntado para el exterminio.  Tal es así que este vil deseo de los antisemitas fue ejecutado con una escalofriante precisión en el marco de una de las mayores masacres de las que la humanidad tenga registro a mediados del siglo pasado.  Y sobre el final de dicha conflagración se sentaron las bases –consentidas por toda la comunidad internacional- para el establecimiento de un hogar propio en las tierras que habían sido habitadas desde hacía más de tres milenios por dicho pueblo.   El Estado de Israel declaró su independencia el 14 de Mayo de 1948, y en menos de dos años las dos principales potencias ya habían reconocido su estatus de estado soberano.   Nuestro país reconoció su soberanía el 14 de Febrero de 1949 por decreto del Presidente Juan D. Perón.  Evita, mediante los buenos oficios de la Fundación Eva Perón, colaboró fuertemente enviando ayuda humanitaria a la naciente nación. 

Hoy,  ya entrado el siglo XXI, el Estado de Israel (que incluye a ciudadanos judíos, musulmanes y cristianos) se encuentra frente una idéntica amenaza que en tiempos de la perversa locura del régimen nacionalsocialista.  Hamas, la agrupación extremista islámica que gobierna la franja de Gaza cuenta entre sus objetivos explícitos la literal aniquilación de Israel.    No hace falta ser un especialista para dimensionar el significado y el impacto de tan brutal declaración.  Lamentablemente, los medios de comunicación, una considerable parte del arco político y la gran mayoría de los formadores de opinión omite de una manera muy preocupante este hecho fundamental, que resulta imprescindible para entender los actuales acontecimientos en el Medio Oriente.

Las terribles noticias que recibimos de la actual escala de violencia desatada a partir del secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes es relatada de un modo distorsionado, directamente olvidando el detalle que quienes iniciaron esta espiral de terror no son partes de un épico ejército de liberación de un pueblo oprimido sino, que por el contrario, constituyen células de una organización criminal  terrorista con ramificaciones y apoyo internacionales dedicados principal y prioritariamente a destruir a su vecino.  Para ello, no escatiman recursos para destinarlos a fines bélicos (aun cuando ello implique posponer el bienestar de su pueblo) ni tampoco tienen escrúpulos para llevar adelante sus fines a pesar del sufrimiento y muerte de su propia gente.

Desde ya que no pretendo justificar los crímenes de guerra que puedan haber sido cometidos por parte Fuerzas de Defensa de Israel. Es obvio que tales actos son condenables.  La cuestión aquí es no precipitar juicios sin un detenido análisis de la compleja situación que allí se vive.   La lógica simplista de “opresor-oprimido”, o “Neoliberalismo / capitalismo -  pueblos autóctonos” con que se pretende explicar la situación recortando de la escena a los extremistas islámicos resulta a todas luces equivocadas.  Es verdad que Israel se encuentra muchísimo más desarrollado en cuanto a tecnología militar que Palestina, pero su situación es muy delicada puesto que está rodeada de “vecinos” que intentan insistir en el frustrado plan de Hitler.   

El conflicto es presentado mediáticamente muy a la ligera, de modo que la natural empatía que uno siente hacia las víctimas civiles palestinas opaque y esconda el trasfondo de la situación.  Se precipita llegar a una opinión o conclusión sobre la base del conteo de muertos en uno y otro bando.  De este modo Israel, o “los judíos” son los “malos de la película” y los palestinos las únicas victimas.    Sin dudas esto además favorece un rebrote en el antisemitismo, en muchos casos latente, de ciertos sectores de la población.

Otro recurso de la guerra propagandística que lleva adelante el fundamentalismo de Hamas es la utilización adrede de términos incorrectos y engañosos.  Se denuncia una supuesta comisión de un genocidio por parte de Israel.  

Efectivamente, es posible que las fuerzas de defensa israelíes hayan cometido actos que califican como crímenes de guerra y que violan disposiciones de Naciones Unidas sobre derecho internacional humanitario.  Pero de ningún modo podemos hablar de genocidio, cuando las propias fuerzas israelíes advierten con antelación de sus ataques por todas las vías posibles, ofrecen ayuda médica a las victimas palestinas y además han sido quienes desocuparon el territorio de Gaza para que sus habitantes se gobiernen por si mismos.  Así también, hay más de un millón de árabes-israelíes viviendo como ciudadanos en igualdad de condiciones dentro de las fronteras de Israel.  Todo ello indica que  no existe ningún deseo por parte del gobierno este país de llevar adelante un exterminio o limpieza étnica, ni nada que pueda ser tipificado como genocidio.  Por el contrario, el objetivo que buscan es desmantelar las instalaciones para lanzar cohetes a poblaciones civiles y destruir los túneles de los terroristas, para de esta manera lograr ofrecer seguridad a sus ciudadanos.

Quienes sí están determinados –y no lo hacen sólo porque no pueden hacerlo y porque Israel es muy eficiente defendiéndose- a cometer un genocidio son los líderes de Hamas, y todos sus socios de los regímenes extremistas musulmanes que los financian y apoyan.   No lo digo yo, no lo dicen los israelíes, lo dicen los mismos islamistas, tal como consta en los objetivos de Hamas y como también ha expresado el ex presidente de la República Islámica de Irán (que mucho de Republica no tiene, sino que más bien constituye una teocracia) quien afirmó que no descansaría hasta “borrar a Israel del mapa”.

El contexto regional es otro detalle absolutamente pasado por alto en los livianos análisis y condenas se hacen en los medios, y a los cuales a la izquierda les gusta tanto adherir.   Si alguien se tomara un minuto para realmente estudiar la historia y la geopolítica,  va a caer en cuenta que la mayoría de los vecinos de la región son cómplices de los grupos terroristas que buscan destruir o desestabilizar Israel, y que este ultimo país cuando encontró un interlocutor válido y dispuesto a cesar las hostilidades, ha cumplido con su palabra, se ha replegado y ha canjeado paz por territorios, como lo hizo con el Sinaí que fue devuelto a Egipto a cambio de un compromiso de Paz.  El ejemplo de los territorios devueltos a Egipto desenmascara a los izquierdistas tan adeptos a teorías conspirativas: Sinaí esta repleta de recursos naturales como gas natural y petróleo además de ser un punto estratégico en el comercio global.  En consecuencia resulta falsa la hipótesis que los territorios sean ocupados para usurpar o usufructuar recursos naturales.

También se acude a una simplificación que no ayuda a una correcta comprensión de la situación para alimentar una actitud antisemita: la teoría del usurpador y la supuesta nacionalidad “palestina”.   En primer lugar, jamás existió una nación o pueblo “palestino” hasta entrado el siglo XX.  Dicha denominación fue arbitrariamente elegida por el Imperio Británico para designar una división administrativa: el Mandato Británico de Palestina.  En efecto, esta administración británica fue encomendada por la Sociedad de Naciones (precursora de nuestra ONU) para regir en los territorios que habían quedado desmembrados del extinto Imperio Otomano.  La ONU había propuesto un plan de partición en 1947, que fue rechazada por los árabes. De esta manera la porción de la franja de Gaza permaneció “ocupada” por Egipto y la parte del Banco Occidental y Jerusalén Este se mantuvo “ocupada” por Jordania hasta la guerra de los seis días en 1967.  El movimiento nacionalista palestino cobró fuerzas recién después de dicho conflicto, cuando pasaron a estar  “ocupados” por los israelíes.  Un fiel testigo de ello es el hecho que Argentina reconoció al Estado de Israel en 1949, bajo presidencia del General Perón y a Palestina recién la reconoció 2010, bajo la presidencia de Cristina Fernández.   

Israel es una construcción moderna de la comunidad internacional –alimentada por un movimiento nacionalista que podemos remontar al siglo XIX con Theodor Herlz-, pero del mismo modo lo son también Siria, Irak, Jordania,  y la totalidad de los países de la península arábiga.  Y aún más moderna y más tardía es la “construcción” de la nacionalidad palestina.   Esta nueva configuración territorial con el condimento del incipiente nacionalismo significó un  reacomodamiento de poblaciones luego de las nuevas definiciones fronterizas. En la región se cometieron gravísimos errores en la forma de fijar los límites de las “nuevas naciones”; se marginó completamente a la población kurda dejándola sin una tierra propia, se ignoró  la división entre chiitas, sunitas  y alauitas dejando sentadas las bases para futuras y sangrientas guerras civiles, y se instauró a familias reales creadas de la nada como gobernantes.  Sin embargo, de todas las imperfecciones y errores cometidos, ninguna causó tanta indignación como la creación del nuevo Estado israelí en 1948 en un ínfimo territorio.   Sus vecinos recibieron este suceso con una agresión desde todos los puntos cardinales, declarándoles la guerra casi de inmediato.

Este evento desencadenó un gran flujo migratorio de refugiados judíos que vivían en toda la región del mediterráneo meridional y oriental, debiendo abandonar lo que había sido su hogar por más de dos mil quinientos años.   Estos “desplazados” judíos son completamente soslayados y olvidados por la prensa.  ¿Cómo vamos a poder comprender verdaderamente la situación si sólo damos importancia a una parte de la historia?

Según cifras de las Naciones Unidas, el número de refugiados judíos que emigró a Israel es casi el mismo que el de árabes que emigró desde Israel.   La única diferencia fue que los refugiados judíos fueron integrados al nuevo país, mientras que los desplazados árabes en lugar de ser recibidos y ayudados a integrarse en otros países árabes a los que arribaron, fueron hacinados en campamentos y se perpetuó su condición de refugiados, para su utilización política.

Y este es otro aspecto que no se tiene en cuenta: la utilización política de la población civil. Mientras que Israel invierte gran parte de sus recursos y esfuerzos para proteger a su población, Hamas no duda utilizarla como escudo humano. Esto no debe sorprendernos ya que esta organización terrorista adoctrina desde pequeños a los niños palestinos para convertirse en mártires (terroristas suicidas).  Una vez más nos encontramos con otro sutil “olvido” de los detractores de Israel: a nadie se le ocurre señalar o reparar en la terrible violación a los Derechos Humanos que supone el adoctrinamiento a niños y su utilización para la guerra o para la construcción de los túneles del terror que hacen los fundamentalistas.

La versión que muestran los medios pareciera indicar que constituye una atrocidad y vulnera los Derechos Humanos atacar escuelas, hospitales, templos religiosos siempre y cuando los blancos se encuentren en Gaza, pero el hecho de hacerlo disparando misiles a idénticos blancos (escuelas, hospitales, templos) en el suelo de Israel, no.   Este es el “doble-estándar” que nos presentan los medios y que tanto gusta a las izquierdas utilizar para quejarse contra el “capitalismo imperialista” (como si tuviera algo que ver) que oprime a las naciones.

De la misma manera, los incoherentes comunicadores utilizan la bandera de los Derechos Humanos para sacar a relucir sus condenas a Israel por la actividad militar en Gaza, pero no han escrito, no se han manifestado,  no han protestado ni siquiera han demostrado la menor preocupación por las atrocidades (crucifixiones) cometidas contra cristianos en Irak (justamente ejecutadas por organizaciones afines a Hamas), la ejecución de homosexuales en Irán, la mutilación genital y la limpieza religiosa en Sudán, Mali, Arabia Saudí, Qatar y los Emiratos Árabes.   Cuando los verdugos son los propios fundamentalistas islámicos,  en tales casos la barbarie está permitida o a nadie le importa.

Resulta una interesante contradicción que todo este colectivo de indignados y detractores de Israel bajo una supuesta defensa de los Derechos Humanos –muy probablemente mera ignorancia o pereza para ponerse a estudiar-  acaban resultando funcionales a la propaganda del integrismo islámico, movimiento que abierta y explícitamente rechaza y denigra tal concepto.   Y lo más grave es que no sólo constituye una cuestión declarativa, sino que son muy eficientes en hacer realidad esa visión: en aquellos lugares donde los extremistas islámicos son gobierno, directamente no existe el más mínimo respeto a los Derechos Humanos.

Por todo ello, creo que debemos analizar la cuestión árabe israelí evitando las omisiones terribles que antes se detallaron, teniendo en cuenta que Hamas no sólo es el principal enemigo de Israel, sino también de los propios Palestinos.

En 2005 Israel se retiró completamente de la franja de Gaza para que sus pobladores fueran artífices de su propio destino, pero gracias al liderazgo de Hamas han tomado el camino del terrorismo, la guerra y los abusos.  En lugar de construir infraestructura e industria, se dedicaron a construir una costosísima red de túneles para llevar terroristas y explosivos del otro lado de la frontera,  en lugar de construir escuelas y hospitales, continuaron gastando enormes sumas de dinero para llenar (incluso edificios civiles) sus depósitos de misiles y cohetes con la finalidad de dispararlos sobre poblaciones civiles,  generando hechos de violencia que una y otra vez desencadenaron mayor violencia.  En lugar de demostrar a Israel y al mundo que teniendo el control sobre sí mismos podían comenzar a construir la paz, dieron un claro ejemplo que cada centímetro que Israel retrocediera de los “territorios ocupados” sería utilizado para que los extremistas avancen en su ofensiva y den un paso más en su nefasto plan genocida. 

La Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio (1948) y la del Estatuto de Roma para la Corte Penal Internacional  (1998)  definen como genocidio a “… cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: A) Matanza de miembros del grupo; B) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; C) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; D) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; E) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.  El objetivo explícito y literal de Hamas de aniquilar al Estado de Israel nos exime de mayores consideraciones a la hora de señalar al verdadero genocida.   Será imposible la paz, cuando una de las partes desea y anhela la destrucción total de la otra.


                        Patricio Eduardo Gazze.

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