Muchos pensarán que el título constituye una
simple expresión de deseos, otros lo interpretarán como una fantasía emanada de
alguien que ha perdido la razón; pero en las próximas líneas quiero abordar la
posibilidad creciente que el mismo se convierta en una realidad en un futuro
quizás no tan lejano.
La ocupación por parte del Reino Unido de
Gran Bretaña de las Islas Malvinas o Falklands se remonta al año 1833 y
desde entonces ha mantenido su control de facto, con la excepción del
breve período que comprende de Abril a Junio de 1982 en el cual la República Argentina
recuperó el control mediante la acción militar.
El Reino Unido esgrime como fundamento principal a sus pretensiones de soberanía sobre las islas (como así también sobre el resto de las islas del Atlántico Sur) el principio de autodeterminación de los pueblos, puesto que la ínfima población de dichas tierras reconoce expresamente su intención de pertenecer bajo la órbita británica.
En la actualidad el estatus jurídico
internacional es incierto, pero en los más altos niveles la posición de
Argentina de reanudar negociaciones para discutir la soberanía encuentra
sólidos fundamentos. Así, la
Sesión plenaria de la Asamblea General
de Naciones Unidas del 16 de Diciembre de 1965 reportó un claro triunfo de la
diplomacia de la administración del Presidente Arturo H. Illia por cuanto
aprobó la resolución 2065 (XX) (2) -sin ningún voto en contra-
mediante la cual se invitó a los gobiernos a proseguir las negociaciones
bilaterales por la soberanía en Malvinas. Desde entonces, el Reino Unido
se ha negado sistemáticamente a entablar la discusión exigida por la comunidad
internacional para zanjar definitivamente el asunto.
Hasta nuestros días nada ha cambiado salvo el triste suceso que arrebató cientos de vidas y sueños de jóvenes de ambas nacionalidades (y algún que otro mercenario contratado por los británicos):
Hoy, a casi 30 años del conflicto bélico, el
tema ha vuelto a ocupar el centro del debate público. Muchos optan
por referirse al mismo haciendo gala de su patriotismo, recordando las hazañas
heroicas de nuestras fuerzas armadas en el escenario del Sur, declamando la
legitimidad de la posición Argentina y defendiendo los derechos soberanos del
país. Otros, invadidos por un profundo pesimismo y escepticismo, señalan a
Malvinas como una causa perdida, piensan que jamás el Reino Unido cederá su
posición y que, en última instancia, hará imponer la fuerza de su
potencial bélico y diplomático para torcer la balanza en su favor. Dentro de
éstos últimos no faltan quienes centran su mirada en el corto plazo y
desconfían de la reedición del conflicto por olfatear un trasfondo de política
interna.
Sin entrar en el debate cortoplacista,
a la luz de una observación estricta de la fuerzas relativas de nuestra nación
periférica y la ex potencia colonial parecería que los pesimistas tienen
razón. No obstante, existen evidencias en la historia
reciente que indican que si intentamos esbozar una mirada a mediano o largo
plazo, sumada a los actuales avances en materia diplomática, revertir la
realidad quizás no resulte algo tan descabellado.
En efecto, la primera década del nuevo
milenio marcó un profundo cambio de paradigmas: la imagen de un mundo unipolar
liderado por la potencia que resultó ganadora luego de la Guerra Fría comenzó a
resquebrajarse. Poco a poco, fue asomando desde Oriente una
nación milenaria pero hasta entonces periférica y desconectada del resto del
mundo: China. A medida que los flujos de capital comenzaron a
aprovechar el enorme potencial de la mano de obra de su colosal población, el
dragón asiático -a pesar de su sistema político comunista- se convirtió en un
punto neurálgico del sistema capitalista global: se constituyó al mismo
tiempo en el principal centro de manufacturas mundial y en el principal tenedor
de deuda y moneda de los Estados Unidos -la potencia unipolar-.
En consecuencia, el año 2010 encontró a
China como la segunda economía del mundo (tercera si consideramos a la Unión Europea ) y con
fuertes perspectivas de continuar creciendo, de acuerdo a las estadísticas del
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
El gigante asiático, conforma el bloque
denominado "BRIC" en el cual se ubican otras economías cuyas
perspectivas de crecimiento las posicionan como futuras potencias a nivel
global. Las restantes integrantes del grupo son Brasil, Rusia e
India.
¿Qué tiene que ver esto con Malvinas?
Mucho, por cuanto el cambio del equilibrio global presenta una enorme
oportunidad para la
Argentina. Quizás lo único que haga falta para que
nuestro país logre el tan ansiado reconocimiento de su soberanía sobre las
Islas del Atlántico Sur sea tener paciencia y
perseverancia. Tanto China como Brasil han apoyado
mediante actos concretos la postura Argentina sobre Malvinas y es razonable
esperar que continúen con dicha posición.
China ha apoyado el reclamo de soberanía
Argentina individualmente y así también en foros internacionales, logrando el
apoyo del grupo de los 77 (G-77) durante su presidencia rotativa. Brasil
se ha alineado con la
Argentina llegando incluso a rechazar la entrada a sus puertos
de un buque militar británico el pasado año.
Además del apoyo de Brasil, Argentina
cosechó el apoyo de todas las naciones de América del Sur, incluyendo a
nuestros vecinos de Chile que abandonaron la postura que habían asumido
durante la Guerra
de Malvinas en cual prestaron ayuda al Reino Unido.
En tal contexto, el escenario que se presenta a futuro, denominado por los analistas internacionales como de "multipolaridad" o "no polaridad" se muestra muy favorable a las pretensiones dela República Argentina.
En tal contexto, el escenario que se presenta a futuro, denominado por los analistas internacionales como de "multipolaridad" o "no polaridad" se muestra muy favorable a las pretensiones de
Goldman Sachs prevé en su informe "BRICS
and beyond" (3) que para 2050 la principal economía será la China , quedando los Estados
Unidos en un cómodo segundo lugar, seguido en tercer puesto por la India , y en el cuarto lugar
ubican a nada más ni nada menos que a nuestros vecinos: la República Federativa
de Brasil.
De cumplirse tales proyecciones, Argentina
podrá ostentar el apoyo de dos de las principales cuatro potencias globales,
entre las cuales estará su socio comercial preferencial, con quien quizás para
ese entonces compartirá un mercado común pleno o aún más, una unión monetaria.
Aún cuando no sea necesaria una
interconexión tan fuerte con nuestro vecino del norte, estaremos en mejores
condiciones lograr una negociación con el Reino Unido, que permita el
reconocimiento definitivo de la soberanía argentina, una administración
compartida, un traspaso gradual de la soberanía, o cualquier otro
tipo solución creativa que pueda surgir con el consenso de ambas partes.
Si colectivamente abrazamos una visión de
largo plazo, con perseverancia y constancia en el reclamo diplomático y
pacífico, si la clase política en su conjunto mantiene su postura
incólume, paciente, ejerciendo una espera estratégica para aprovechar el
momento del nuevo equilibrio de fuerzas en el mundo del mañana, quizás no
falte tanto para que "Stanley" vuelva a ser "Puerto
Argentino" y flamee sobre ella la bandera celeste y blanca.
Patricio E. Gazze
Referencias:
(1) Lanús,
Juan Archibaldo "De Chapultepec al Beagle: Política Exterior Argentina:
1945 -1980" Emecé editores. Buenos Aires 1984 (Pág.463).
(2)
Asamblea de Naciones Unidas Resolución 2065: http://daccess-dds-ny.un.org/doc/RESOLUTION/GEN/NR0/218/28/IMG/NR021828.pdf?OpenElement
(3) Goldman Sachs Informe "Brics
and Beyond":
http://www.goldmansachs.com/our-thinking/brics/brics-and-beyond-book-pdfs/brics-full-book.pdf