domingo, 28 de noviembre de 2010

Un mes sin Kirchner: la oportunidad de un cambio.




Hace un mes, en plena jornada de Censo Nacional, fallecía el ex-presidente Néstor C. Kirchner. Su repentina e inesperada partida conmocionó fuertemente a la opinión pública y a la dirigencia política nacional. Encontrándose en dicho momento ejerciendo funciones como Secretario General de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), la noticia también causó repercusiones a nivel internacional: evidencia de ello fue la concurrencia a su funeral de siete Presidentes de Sudamérica, de todos los colores y extracciones políticas.

Sin lugar a dudas, el ex-Presidente dejará una gran huella en la historia argentina como una de las figuras protagónicas de la década. Continuó con el cambio de modelo que había comenzado en el interregno de Duhalde, ayudó notablemente a reconstruir la autoridad institucional que había quedado fuertemente dañada luego de la estrepitosa caída del gobierno de De la Rúa, y promovió grandes cambios en todos los aspectos. En la economía favoreció un tipo de cambio competitivo, supo mantener una política de superavits de balanza comercial, llevó adelante una agresiva renegociación de la deuda externa y desoyó la tutela de organismos internacionales como el FMI. En lo institucional, forzó un recambio en la Corte Suprema de Justicia de la Nación (altamente cuestionada en ese entonces), promovió la reapertura de los juicios por delitos de violación a los derechos humanos a los integrantes de la Dictadura, y frenó el proceso privatizador, recuperando algunas empresas estatales como Correos Argentinos.

Pero más allá de los aspectos positivos y negativos (inflación, sospechas de adulteración de índices oficiales, etc.), el ex-Presidente construyó una nueva fuerza política con capacidad de gestión que continuó su Sra. esposa, la actual Presidente Cristina Fernandez. Por el peso de su figura, la "sombra" de Kirchner siempre estuvo presente en la forma que el público percibió la Administración de Cristina.

El gobierno de la primera mujer elegida como Presidente de nuestro país comenzó con una grave crisis desatada en virtud de un cambio en el régimen de derechos de exportación a los cereales (que implicaba una considerable elevación de las tasas), exacerbada por una pésima campaña de comunicación. Luego de quedar severamente debilitado su gobierno y dañada su imagen en la opinión pública, en lugar de replegarse, Cristina se embarcó una audaz agenda de gobierno que promovió cambios aún más radicales que los ocurridos en la presidencia de su marido. Así, se gestaron (y se aprobaron) la re-estatización del Sistema Previsional, la Ley de Medios Audiovisuales y la ley de Matrimonio Igualitario. Néstor Kirchner, lejos de mantener un perfil bajo, fue un gran combatiente en todas esas luchas y quizás el ideólogo e impulsor principal de las mismas.

Ese estilo combativo y confrontativo, posiblemente se forjó en los primeros años de su gestión, al encontrarse en una situación de debilidad política que requería de medidas extremas y golpes de efecto que lo ayuden a posicionarse. En efecto, Kirchner asumió la presidencia con el porcentaje más bajo de votos de la historia, pesaba tras de sí el "padrinazgo" de Eduardo Duhalde, y carecía base propia de legisladores y funcionarios. Estaba todo por construírse. El desastre de la crisis del campo, sumado a las grandes batallas libradas a posteriori, acentuaron aún más dicho estilo.

Como todas las situaciones límite que definen el carácter y la personalidad de los seres humanos, aquellos días en los cuales la necesidad requería una forma agresiva y una lógica dicotómica de construcción, dejaron una marca indeleble en su persona dificultando en gran medida un cambio hacia una posición más moderada.

Su muerte causó una gran conmoción, sin dudas. Al igual que con el paso a la eternidad del Ex-presidente Alfonsín, tanto la opinión pública como sus adversarios redimensionaron sus aspectos positivos y dejaron en segundo plano las críticas. El multitudinario funeral de Estado dió un claro ejemplo del resurgimiento de su imagen. El efecto positivo alcanzó a su viuda. De un magro 30% de imagen positiva, las últimas encuestas arrojan guarismos cercanos al 60%.

La muerte desde siempre ha configurado el gran enigma existencial de cada uno de los seres humanos. Consciente o inconscientemente nos pega en lo más profundo de nuestro ser. Y del mismo modo, la muerte de un regente, o de un miembro de la familia de un regente también lo hace. Este paradigma o arquetipo es tan profundo y tan arraigado en nuestra cultura que dificilmente podamos analizarlo en la totalidad de su complejidad.

La imagen o arquetipo de la viuda regente, está dotada de una gran fuerza y simbolismo. Evoca en primer lugar a la Diosa egipcia Isis, quien con amor y fidelidad lloraba a su difunto esposo Osiris, y velaba por su resurreción. De éste modo, la cuestión de la feminidad deja de percibirse como un factor y pasa a ser un elemento de fortaleza (en la medida que demuestre templanza, devoción y dulzura). No sólo dentro del paganismo encontramos símbolos que apoyan a Cristina. También dentro de la liturgia cristiana existen fuertes imágenes femeninas que dan cuenta de ésta situación.

La Virgen María, mujer signada por la tragedia de haber perdido a su propio Hijo, había sido fecundada por el mismo Dios, con lo cual su situación se asemeja en gran medida a la de una Viuda: era madre sin la presencia terrenal del padre. Latinoamérica y en especial nuestras clases populares rinden especial culto y devoción a la Virgen Dolorosa: quizás en el dolor de la Virgen nuestro pueblo se identifica el evocar las numerosas injusticias y pérdidas sufridas a lo largo de su historia. La devoción mariana por otra parte, quizás haya sido una manera de resignificar y adaptarse a la nueva forma de percepción de la trascendencia tomando elementos preexistentes. Los cultos pre-hispánicos que dedicaban especial importancia a la "Pachamama" o madre tierra primordial, posiblemente encontraron y transmutaron dicha fe en la fe y amor hacia la Virgen.

A éstos arquetipos, deben sumarse los sentimientos de empatía natural en cada ser humano. De ésta manera, la viudez de Cristina provocó algo que pocos días antes de la muerte de su marido era impensado: una especie de re-conexión en su carácter humano. Su tragedia personal logró renovar los vínculos entre ella y la gente, que en lugar de percibirla distante, hablando siempre el púlpito, aleccionando con su discurso e incluso con cierto grado de soberbia -como retando-, pudo verla en su dimensión más humana: también era mujer, madre, esposa, viuda.

En éste mes sin Kirchner, Cristina ha dado señales que parecieran indicar que tomó nota de ésta situación: los medios ya apuntan que aún habiendo tenido intensa actividad, no nombró al Grupo Clarín ni ha endilgado las duras críticas a los sectores que solía hacer. Fuera de lo discursivo, se decidió el regreso del FMI, se han dado señales de preocupación por el INDEC, se ha reabierto la exportación de maíz, y se ha avanzado para un acuerdo con el Club de París. También es importante un mínimo -pero real- distanciamiento con el ultra-cuestionado líder de la CGT, Hugo Moyano.

Que éstos indicios constituyan verdadero cambio de concepción en el modo de ejercicio del poder y no meras concesiones sólo dependerá del tiempo. Pero las condiciones para dicho cambio resultan óptimas, por cuanto -como hemos visto- la situación actual le ha otorgado a la Presidente una fuerza que le permitirá llevar adelante una modificación y una transición de un modelo confrontativo hacia un modelo de construcción basado en el consenso y en el diálogo.

Patricio E. Gazze

No hay comentarios.: