domingo, 27 de septiembre de 2009

La encrucijada de Oriente Medio: Nuevas luces y sombras.




Numerosas voces han celebrado las palabras del Presidente de los Estados Unidos de América en la Asamblea General de la ONU, relativas a la necesidad de la creación de un Estado Palestino para solucionar el gravísimo conflicto en Medio Oriente.

La consolidación del Estado de Israel en 1948 -resultado de un consenso internacional de la post guerra fría- en parte de los territorios que pertenecían al mandato Británico de Palestina marcó el comienzo de un grave problema para los árabes que habitaban "Tierra Santa".

El nuevo Estado constituyó un refugio seguro para miles de inmigrantes judíos, que habían sido víctimas de una de las mayores atrocidades de la historia cometida por el régimen Nazi-fascista, y a la vez representó el cumplimiento de un anhelo histórico y teológico por parte de dicho pueblo. En ese entonces nadie pareció dimensionar la situación conflictiva que se estaba generando para los pobladores árabes.

Si bien mayoritariamente judío, Israel se organizó como una república democrática occidental, en la cual el pluralismo era la regla -al punto tal que hace dos años el gabinete tuvo entre sus miembros a un musulmán-. De todos modos, gran parte de los pobladores árabes se sintieron desplazados, e intimidados por una política hostil que incluso extendió las fronteras del naciente país más allá de lo acordado según normas internacionales. A su vez, muchos de los palestinos se agruparon en organizaciones para librar una guerra de guerrillas contra los nuevos ocupantes. Esta clandestinidad derivó en una escalada de violencia, ya que estos grupos no dudaron en comenzar a atacar blancos civiles de sus nuevos vecinos.

Todo ello contribuyó a una sucesión de conflictos bélicos que se extendieron hasta nuestros días. Si bien muchos de ellos surgieron ante el avance de la frontera israelí sobre otros de sus vecinos árabes, el problema más grave siempre fue el de los palestinos. La adopción de la solución de "los dos estados" para resolver la cuestión Palestina tiene antecedentes tan remotos como el plan de la ONU de 1947 para partir al Mandato de Palestina en un estado árabe y otro judío. De todos modos, en los hechos, esa solución a nuestros días aún no se ha podido plasmar. La intransigencia de uno y otro lado han hecho esto casi imposible.

Es por ello que oír al Presidente Obama abrazando la solución de “dos estados” resulta esperanzador, ya que marca un liderazgo de la mayor potencia militar por una solución que puede tener carácter definitivo, superando las posiciones extremas tanto en el lado palestino como israelí, quienes ven a ésta solución como una claudicación en su postura extrema de erradicar a Israel del mapa o como una forma de darle un sustento jurídico a una nación que compromete gravemente su seguridad, respectivamente.

De todos modos, sería ingenuo entender que sólo hecho de establecer un estado palestino solucionará el intrincado conflicto que subyace entre ambos pueblos. Por el contrario, la primera medida a tomar para arribar a una solución definitiva deberá consistir en erradicar todo tipo de antisemitismo. Occidente deberá hacer un examen de conciencia y buscar desterrar todo indicio del mismo dentro de sus propias filas, si es que espera que el mundo musulmán también lo haga. En efecto, las causas del antisemitismo árabe son más nuevas que las del antisemitismo cristiano. Por ello primero debemos trabajar sobre nosotros mismos: la civilización occidental.

Un buen comienzo será valorar la gran importancia que el pueblo israelí reviste para el nuestra tradición histórico y cultural.

En efecto, Israel ha sido prácticamente pionero en la introducción del monoteísmo como forma religiosa, ha nutrido con su doctrinas el credo más extendido de Occidente –Cristo fue precisamente judío- y ha sido testigo como entidad colectiva diferenciada de más de cinco mil años de Historia de la humanidad.

Aún quienes se nieguen a reconocer la importantísima herencia judaica que nutre lo más profundo de nuestras raíces culturales, deberán adaptarse al estado de evolución de nuestra sociedad moderna que reconoce la supremacía de la democracia y la libertad, con lo que un respeto total a la libertad religiosa y de conciencia resulta ineludible.

Además, la Historia nos demuestra que quienes hoy rodean al estado Israelí –los árabes- no eran tan radicales enemigos del pueblo judío. Así numerosas fuentes han dejado constancia que los musulmanes fueron vistos como liberadores por los judíos durante conquista árabe de la Península Ibérica. En efecto, convivían en un mismo suelo bajo dominio musulmán, cristianos y judíos. Los árabes respetaban los bienes y libertad de culto de las otras “gentes del libro”.

La campaña militar destinada a librar del dominio musulmán a la Península ibérica conocida como “Reconquista” culminó con la expulsión definitiva hacia el Sur a los musulmanes, y dio lugar a la Santa Inquisición, que a su vez continuó expulsando a los judíos del suelo español que no se convertían al credo cristiano.

Para entonces, musulmanes y judíos eran enemigos comunes de un poder cristiano, inclinado hacia el fanatismo quizás por el estado de guerra permanente que supuso el proceso de reconquista. Y es entonces como aparece el verdadero enemigo de la paz: el fanatismo. Ese fanatismo que muchos siglos atrás era predominante en el Cristianismo, hoy predomina en el mundo musulmán: quizás también por el constante estado de guerra en el que se encuentran los países que habitan sus fieles.

Así, Líbano, Siria, Irak, Irán, Pakistán y Afganistán desde hace años se encuentran inmersos en numerosas situaciones de conflicto bélico que parecen no tener fin. Guerras no sólo de naciones árabes contra la solitaria –pero fuertemente armada- nación israelí, sino también de naciones árabes entre sí, o en acciones contra grupos minoritarios (kurdos) o entre distintas tradiciones musulmanas (sunníes y chiítas), y ahora incluso se verifican incursiones desde los Estados Unidos y otros países Occidentales en el marco de la llamada “Guerra global contra el Terrorismo” que hacen de la región una zona de permanente inestabilidad. Inestabilidad que se refleja en el triste indicador de representar la región que destina el mayor porcentaje de PBI a gastos de defensa en el mundo.

Por lo tanto, no es casual que el estado Israelí se haya convertido en la última mitad del siglo pasado en el “chivo expiatorio” para los fanáticos islámicos que utilizan ese fanatismo para encolerizar a las masas y dirigirlas a su propia perdición (del mismo modo que hizo Hitler). Entonces, resulta imperativa una campaña de difusión y de conciencia histórica que revitalice los lazos de hermandad y recuerde la convivencia pacífica que existió en el pasado entre ambos pueblos.

Por otra parte, la solución definitiva del conflicto entre Israel y Palestina será el primer paso en el largo camino para lograr la paz en la región, y así también en todo el mundo. La magnitud global de éste conflicto ha quedado patentizada en el accionar de terroristas alistados en corrientes fundamentalistas del Islam que provocaron sangrientos atentados en puntos tan distintos como Londres, Madrid, Indonesia, Nueva York e incluso nuestra querida Buenos Aires.

Los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel aún siguen impunes, y el presidente de la Republica Islámica de Irán ha confirmado en sus puestos dentro de su gobierno a sospechosos de haber participado en al menos uno de dichos actos de terrorismo. En tal contexto, no sorprende su ya recurrente negación del Holocausto. La obstrucción para colaborar con la Justicia de nuestro país implica negligencia o indiferencia, cuando no una abierta y descarada complicidad. He aquí la nueva sombra que comienza a asomar en el horizonte.

Además de no querer colaborar con la justicia, Irán ha impulsado el desarrollo de misiles de mediano alcance, que pueden alcanzar al mismísimo estado de Israel, y aún a blancos situados en el Este de Europa. Esto es realmente alarmante, y requiere una acción concertada de todos los países para evitar y frenar una escalada armamentística de una Nación cuya élite abraza abiertamente el fundamentalismo. Es impredecible lo que puede ocurrir si Persia lograra desarrollar armas nucleares, pues todos sus vecinos verán gran necesidad en hacerlo también: será un claro fracaso de la política de no-proliferación.

Por ello para estabilizar la región, es indispensable el establecimiento de una paz duradera en Palestina. Para que sea efectiva y perdure en el tiempo, un gran esfuerzo deberá hacerse: el mundo deberá evitar que el Nuevo Estado Palestino quede en una posición similar a la de Alemania en 1919. Acciones de promoción al estilo del Plan Marshall deberán desplegarse, para hacer de la Nueva Palestina una Nación próspera que permita la inserción de sus habitantes a los beneficios mínimos de la vida moderna.

Dada la proximidad territorial, la interrelación entre el Nuevo Estado Palestino y el Estado de Israel será intensa, y por ello deberán la ONU y los países más desarrollados asegurar que las diferencias entre ambos no sean abismales. El mundo Occidental deberá aprender a perdonar afrentas pasadas y abrazar como hermana a la Nación Palestina, apostando a su desarrollo e invirtiendo dinero y recursos para que nazca una sólida y floreciente democracia.

El objetivo a largo plazo deberá ser lograr que Israel y Palestina puedan sentirse hermanadas, puedan ser aliadas y socias en el comercio, el desarrollo y la técnica. Israel ha desarrollado una tecnología que les ha permitido florecer en el desierto: debe esperarse lo mismo de Palestina. De otro modo, las dos naciones estarán condenadas a un latente estado de conflicto y desconfianza que sólo desembocará en nuevas guerras.

Todo ello será posible si la totalidad de las Naciones son firmes para condenar todo resabio de fundamentalismo aplicado a la política exterior. La comunidad internacional no puede darse el lujo de permitir que el líder de una teocracia siga negando hechos históricos, pues tal negativa entraña una incitación al odio y a la intolerancia que serán la semilla de futuros conflictos. Los líderes mundiales deben tener la firme determinación de poner límites efectivos a excesos como éste.

Si bien creo que ha sido correcto el enérgico pedido que nuestra Presidenta ha hecho a Irán ante la comunidad internacional, para que finalmente colabore con la investigación que señala a connacionales de dicho país como partícipes de los viles actos, queda pendiente una mayor actividad tendiente en evitar que siga floreciendo la íntima relación entre el gobierno Iraní y la república hermana de Venezuela. Este último país ha dado numerosas y lamentables muestras de simpatía hacia el fundamentalista régimen de Teherán. La Argentina, debe asumir un rol de liderazgo en la lucha contra el Terrorismo y por ello deberá trabajar más duramente para evitar la influencia de Irán, que de acuerdo a nuestro poder judicial, cobija a terroristas. Es más grave aún, dado que Venezuela podría convertirse miembro pleno del bloque del Mercosur: los que nos colocaría en la incómoda posición de ser socios indirectos del régimen de Admadinejad.

Nuestro país puede dar testimonio al mundo que la convivencia entre árabes y judíos en paz y prosperidad, compartiendo un mismo suelo y una misma bandera, es posible. Argentina es hogar a una de las comunidades judías más importantes del mundo y a la vez, tiene a casi un 30 por ciento de su población con alguna ascendencia árabe.

Los dirigentes locales y así también los mundiales deberán tener en cuenta dos frentes a atender para el logro de una paz duradera en Medio Oriente: por un lado un férreo apoyo al desarrollo de una Palestina pacífica, democrática y próspera, y por otro ser contundentes con una implacable y determinada lucha contra el fanatismo terrorista y todo tipo de antisemitismo –y quienes los apoyen, subsidien, cobijen o den cooperación-.

Si el mundo consigue que Palestina e Israel resuelvan sus diferencias y puedan desarrollarse conjuntamente, ambos países se constituirán en un sol de paz que se irradiará al resto de la Región y al Mundo. Nosotros los argentinos hemos sufrido en carne propia la barbarie del terrorismo: mucho es lo que podemos hacer para ayudar a desterrar dicho flagelo, debiendo comenzar con un pequeño pero fundamental paso que es la eliminación en nuestra sociedad de todo tipo de racismo y antisemitismo.

Es así pues, que la decisión política del presidente Obama de avanzar hacia la creación de un nuevo estado palestino, constituye una luz en el proceso hacia la paz. Del mismo modo, nuevas sombras están surgiendo más al este, en la República Islámica de Irán. Su posición de apoyo a terroristas, la constante negación del holocausto y el desarrollo de misiles y nuevas plantas para enriquecer Uranio constituyen pasos que van en el camino inverso a la paz. Como ciudadanos del mundo, es nuestra responsabilidad abrazar la luz y rechazar las sombras, o lo que es lo mismo; abrazar la tolerancia, el respeto y la convivencia entre distintas razas, credos y naciones, y a la vez rechazar todo tipo de fanatismo fundamentalista. Sólo entonces habremos comenzado a transitar el sendero verdadero hacia la Paz.

Patricio E. Gazze

Articulo publicado también en:
Fundación Libertad

3 comentarios:

Algo hay que ver dijo...

Esta bueno tu articulo. Ademas el estudio de los acontecimientos mundiales muestra un conocimiento. Sin embargo yo agregaría que en primer lugar la contienda o falta de paz entre los pueblos "árabes e israelí" no se puede entender sin teología.
En segundo lugar que entendiéndola del modo antes descrito entonces es necesario para que allá paz entre estos dos pueblos la aparición del anticristo en escena y por lo tanto su posterior entronización en el templo.
En tercer y que demuestra que lo segundo esta por cumplirse en vaya a saber cuanto tiempo, es el levantamiento de la tercer muralla (lo que esta sucediendo).
En cuarto lugar que de acuerdo a las "mediciones" el lugar donde tiene que ser levantado el nuevo templo es donde hoy se encuentra la mezquita sagrada del islam la cual oh casualidad a quedado dentro del muro.
Esto da lugar a un quinto punto que es que el líder mundial que consiga esta paz deberá interceder para la construcción del templo y que después de tres años de construido sucederá el tan temido armagedon para el mundo.
Ahora existe otro dato de cumplimiento en la actualidad que es que de los cuatro puntos cardinales de la tierra vendrán los judíos de la tribu del sacerdocio. Lo cual en la actualidad existen personas abocadas a esta tarea.
Con referente a lo de Irán hay que perdonarlos por lo que ellos le hicieron a nuestro país. De acuerdo a las escrituras son el próximo cuerno en ser destruido (2º reino de cuatro), su altivez y soberbia anuncian su caída.
Lo que hicieron los hombres que siendo o pareciendo cristianos (por mas que representaran a una institución)hicieron, no esta en nosotros como verdaderos cristianos juzgar Dios los juzgara.
Por supuesto todo lo expuesto esta de acuerdo al punto de vista teológico, el cual si le da una respuesta comprensible y contundente. Si quisiera darle una respuesta laicista u humanista creo que esta quedaría con el final abierto.

Rafael Eduardo Micheletti dijo...

Me gustó mucho este artículo. Creo que va bien al fondo de la cuestión y me resultó muy claro y llevadero.

RAMON VAZQUEZ dijo...

MUY BUENA LA EXPOSICION DEL CONFLICTO Y EL DESEO QUE SE EVITE DEJAR A PALESTINA EN SITUACION SIMILAR A LA DE ALEMANIA DESPUES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.
RAMON