Biocombustibles. Una solución energética y ambiental.
La utilización de combustibles de origen biológico, sustituyendo a los combustibles fósiles, podría ser una nueva esperanza para afrontar dos grandes problemas de la Humanidad: 1) La contaminación ambiental por el uso de combustibles fósiles; y 2) La Crisis energética Global por el ingreso al sistema de cientos de millones de consumidores (básicamente en China e India).
En ésta breve exposición, me propongo analizar el panorama que presenta esta nueva tecnología, principalmente teniendo en cuenta las grandes posibilidades de desarrollo que abre para nuestro país, desde que las características naturales hacen que nuestro país se perfile como un potencial líder en ésta materia: tal como lo sugiere el hecho de ser uno de los principales productores mundiales de la materia prima para la elaboración de esta nueva especie de combustibles.
I. Algunos aspectos básicos sobre la producción de Biocombustibles:
Bio-combustible es el concepto genérico que se utiliza para denominar a todo tipo de combustible derivado de la biomasa – organismos recientemente vivos o sus desechos metabólicos- . De ellos, hay dos especies que merecen especial atención:
El bioetanol, también llamado etanol de biomasa, se obtiene a partir de la fermentación y destilación del maíz, caña de azúcar o la remolacha. Brasil es el principal productor de Bioetanol (45% de la producción mundial), Estados Unidos representa el 44%, China el 6%, la Unión Europea el 3%, India el 1% y otros países el restante 1%. Se puede utilizar puro el producto hidratado –con una pureza al 95,8 °- pero para ello se deben adaptar los motores de los vehículos, tal sería el caso de parte del parque automotor brasileño. Por otra parte, se puede utilizar el etanol “anhidro” o absoluto, que puede cortarse con las naftas.
El biodiésel, se fabrica a partir de aceites vegetales, que pueden ser ya usados o sin usar. En este último caso se suele usar raps, canola o soja los cuales son cultivados para este propósito. El proceso por el cual se produce se denomina Transesterificación, y consiste básicamente en el mezclado del aceite vegetal con un alcohol (metanol) y un álcali (soda cáustica); transcurrido un tiempo de reposo, por decantación se separa el biodiésel de un subproducto que se denomina glicerol. El principal productor de biodiésel en el mundo es Alemania, que concentra el 63% de la producción. Le sigue Francia con el 17%, Estados Unidos con el 10%, Italia con el 7% y Austria con el 3%.
II. La experiencia regional: el caso de Brasil y Estados Unidos.
Tal como ilustraban los datos anteriormente expuestos, encontramos que un vecino y socio de nuestro país en el Mercosur ha sido pionero en el desarrollo y uso masivo de ésta fuente de energía: la República Federativa de Brasil.
Nuestro principal socio comercial, ya ha tomado la iniciativa con la promoción de ésta fuente alternativa de energía desde hace años. Y dicha iniciativa podemos enmarcarlas en una de las herramientas de las cuales se ha valido para superar la dependencia energética que sufrían en la década 1970. No obstante, sería faltar a la realidad atribuir ésta especie de “emancipación energética” del Brasil únicamente a la “Alco-nafta”. Además de su implementación, fue fundamental reforzar el otro aspecto energético más tradicional: el petróleo. (Mayor exploración y eficiencia de la empresa nacional de energía Petrobras, exploración de yacimientos en la plataforma marítima, utilización de innovación tecnológica, etc)
Como complemento a tal visión estratégica, recientemente la dirigencia brasilera ha transformado su postura pro-biocomustibles en una herramienta diplomática: de éste modo no sólo ha conseguido mejorar sus relaciones con los Estados Unidos, sino también ocupar un rol de liderazgo regional en la materia. Ha celebrado convenios con Italia, Colombia, Chile, Paraguay, Inglaterra, entre otros. Incluso se ha destacado que en Londres ya se han puesto en marcha ómnibus con etanol brasilero. La actividad diplomática y el lobby del Presidente “Lula” han sido muy enérgicos en éste sentido, llegando dicho mandatario a declarar que los bio combustibles “cambiarán la historia de la humanidad”, viendo a estos como un elemento para una revolución de producción en Latinoamérica.
En el caso de los Estados Unidos de América, se ha incrementado exponencialmente el impulso a ésta fuente enérgica desde que se disparara el precio del crudo en los últimos 5 años. A diferencia de Brasil, los Norteamericanos utilizan para la producción mayoritariamente el maíz: esto ha implicado que se haya incrementado también exponencialmente la demanda de dicha gramínea – y con ello inexorablemente su precio - . La enorme demanda energética de la potencia del norte, y el lento declive de las disponibilidades mundiales de crudo, permiten avizorar que la tendencia en la demanda de maíz para Bioetanol seguirá en sólido crecimiento.
III. Alimentos vs. Energía: Dilema moral o falsa dicotomía.
Previo a continuar con la breve exposición, es necesario tratar la cuestión que a fines del anterior acápite se trasluce: si la utilización de cultivos para producción energética va en desmedro de la producción de alimentos. Al producirse el alza del precio del maíz, a tracción de la gran demanda de Estados Unidos, se produjo una crisis en México, al representar dicho cereal uno de los principales alimentos de la Nación Azteca, dicha subo provocó un malestar popular. De dicho ejemplo surge graficado el dilema, en el cual entran a discutir productores, ambientalistas, filósofos, operadores políticos, funcionarios públicos, científicos, industriales, entre otros. Tal lectura simplista del asunto, interpretando la existencia disyuntiva, resulta ser una falacia.
En primer lugar, sería imposible sustituir todo el consumo de combustibles fósiles, por bioenergia. Se ha comprobado que aun de destinarse la totalidad producción mundial de aceites y grasas (150 millones tn por año) a la producción de biodiésel para sustituir gasoil, se satisfaría únicamente el 12% de la demanda del producto petrolero. De modo que, ante tal escasez, las reglas del mercado harían encarecer la bioenergía más allá del precio del combustible fósil, el cual finalmente sería utilizado. El uso razonable determina que es viable en el actual estado de la tecnología, la utilización de bioenergía en combinación con la energía derivada del petróleo.
Por otra parte, los subproductos derivados de la producción de bioenergia no excluyen la producción alimenticia: al producir alcohol del maíz, el se obtiene un residuo (DDG) con gran valor nutritivo para la producción de proteína animal. En caso de la soja, después de extraerse el aceite queda el expeller, con alto contenido proteínico.
De modo, que los finalidades productivas energéticas pueden complementarse y no necesariamente excluirse con las alimentarías. A ello debe adicionarse, las perspectivas que abre la innovación en materia biogenética: se perfeccionan las técnicas, se logra mayor eficiencia, y el resultado es un notable incremento en el rendimiento de los combustibles basados en biomasa.
IV. La cuestión ecológica:
Conviene entonces analizar otra de las grandes objeciones que encontramos ante éste uso de energía: la cuestión ambiental. Los detractores de ésta forma de energía argumentan que una demanda de granos y plantaciones incrementada, va a llevar a una mayor deforestación al necesitarse más superficie dedicada a satisfacerla. A esto, agregan que los combustibles bio, también producen al ser utilizados emisiones de gases nocivas para la atmósfera, al igual que los combustibles fósiles. Los defensores de la producción de biocombustibles dirán que el valor de las emisiones de los biocombustibles resulta neutro, dado que previamente han aportado oxigeno a la atmósfera, durante el crecimiento de las plantaciones. Con respecto a la objeción del incremento de la deforestación, se suele decir que con políticas protectoras de las superficies forestales efectivas, dicho peligro en realidad es nulo.
V. La cuestión en nuestro país. Conclusiones.
En nuestro país, la respuesta oficial ha sido más tenue que en la hermana Brasil, tal vez debido a reparos más filosóficos que reales. Por otra parte, los problemas energéticos han aflorado recientemente en nuestro país: estábamos confiando plenamente en nuestra propia producción de combustibles fósiles, y sólo recientemente se comenzó a experimentar la escasez. Pero lo que no se puede soslayar es el gran potencial que tiene nuestro país con respecto a los Biocombustibles. Somos uno de los mayores productores mundiales de cereales y oleaginosas, disponemos de buena infraestructura para exportación -principalmente en los puertos del sur de la Provincia de Santa Fe y los de Quequén y Bahía Blanca- y asimismo, gran cantidad de científicos y una población con un nivel educativo superior a toda Latinoamérica. Por lo tanto, creo que no podemos distraernos con falsas disyuntivas y apoyar las iniciativas relacionadas con la promoción y producción de ésta forma de energía.
El impulso a ésta naciente industria solo puede traer beneficios a nuestra Nación. Si bien puede ser real algún efecto en los precios, el efecto global es positivo. El mayor valor agregado de las exportaciones no sólo redunda en más y mejor (gran cantidad de mano de obra calificada) trabajo para nuestros habitantes, sino que también impacta positivamente en lo impositivo, y en las inversiones en infraestructura, que benefician a la totalidad de la población. Dado que nuestro país sería productor y no importador, no debería discutirse si producir o no: sino producir más, y al mismo tiempo proteger al consumidor local.
Asimismo, con gran juicio crítico, debemos tener en cuenta el interés quienes son productores petroleros en detener éste tipo de desarrollo: los perjudica notablemente, y no quieren que exista competencia a su producto: el petróleo. Tal vez en tal hecho, debemos encontrar el verdadero móvil que obsesiona a muchos en despotricar contra la nueva alternativa que la tecnología y la ciencia han hecho posible: la bio-energía.